-Nadie prepara el té mejor que tú. Mi diosa. Inigualable. Sobre todo cuando sabes ser libre.
-Bien que sabes que no siempre ha sido así.
-Para mi siempre han sido los mejores tés que he probado. Lo demás ni lo recuerdo.
-Pues yo si hago memoria de que las primeras veces en las que te preparé el té agregué sal en vez de azúcar, y la segunda vez estaba tan fuerte que era imposible que alguien lo tomará…. y aún así dijiste que estaba delicioso. Que era lo mejor que habías tomado en años. Por qué dijiste eso cuando sabías que no eran perfectos?
-Para mi lo eran no por su sabor, olor o color, sino por las ganas que habías puesto al colocar cada ingrediente en ellos.
-Ganas?
-Sí. Deseos de crecer, ser mejor, hacer algo bueno para mi, para ambos. Éramos un ensayo en aquel entonces, un ensayo pero con ganas. Y si teníamos ganas, qué más nos faltaría? Valentía para lanzarnos y continuar, venciendo el miedo de lo incierto, y hasta eso teníamos. Nada nos faltó mientras pudimos reír de nuestros errores y darnos la mano.
-Tú siempre haciéndome sonreír. Viéndome perfecta.
-No es más lindo amarte enalteciendo tus virtudes y acompañándote en los aprendizajes?, y regañándote si hace falta pero con amor?, No crees que aprendemos más mientras nos equivocamos?
-Más que novios siempre fuimos amigos. Eso fue valioso.
-Si. Y fue la mejor decisión, aunque necesitamos mucha tolerancia.
-La mayor tolerancia. Sobre todo cuando estaba oscuro.
-Un día te dije tantas cosas, erradas, si. Pero me sorprendió que no me sacaras de mi error. Por qué no lo hiciste?
-Si me amabas como necesitaba lo ibas a saber sin que yo te lo dijera. Yo quise pensar que éramos más que cuerpos. Así que aunque dijeran que esta mujer era una vagabunda y lo pareciera, tú ibas a escudriñar más al fondo e ibas a encontrar una explicación, a tal punto que si en ese momento no la tenías, ibas a ser paciente y esperarías por ella. Te lo iba a decir yo o te lo iba a decir el tiempo. Así fue, y entonces entendí que podía amarte.
-Hubieses sido capaz de dejarme ir?
-Claro. Yo no sé enjaular a las aves. Tú eres una.
Los seres humanos para desarrollarnos necesitamos alimento, oxígeno y agua. Pero sobretodo, necesitamos caricias, amor. Yo creo en la economía de caricias, como las definidas por Claude Stainer. Y es que los seres humanos necesitamos recibir caricias externas para desarrollarnos. Y cuando hablo de una caricia no me refiero exclusivamente al contacto físico de piel a piel. Hablo de una mirada, un gesto amable, un mensaje, una mano en el hombro, un tú puedes!, un estoy contigo!, una crítica constructiva, una mano amiga. Los humanos necesitamos tanto de ese reconocimiento que cuando no lo encontramos, lo entregamos esperando sentirnos mejor a través de la felicidad del otro o Tristemente buscamos llamar la atención aunque sea de mala forma. Una caricia no es más que un te doy alas, te invito a volar conmigo, soy feliz a medida en que tú eres feliz, acepto tus diferencias de las mías, nunca te comparo conmigo ni con otras experiencias, lo que te hace diferente de mi es lo que me hace más fuerte, creo en ti como en mi misma. De eso se trata. Yo creo que el mejor y saludable egoísmo es aquel que busca que los demás estén muy bien para así estar un poco mejor. Además, una caricia es una cooperación. La cooperación nace de la confianza y del compromiso, de ahí emana la calidad. La confianza es binaria, confías o no confías. Si quieres estar en paz con un ser humano, debes acariciarlo, tratandolo como lo que es y sigue siendo. Pero sobretodo, como lo que puede ser, porque trabajas codo a codo con él, porque le cooperas, confías, abrazas, aprecias, no compites con sus capacidades ni las pones en duda, porque es tan bueno como tú, porque es digno y valioso. Eso para mi es caricia, la real forma de amor.
Hoy hablé, por casualidad, con una chica de unos 15 años. Ella trabaja fregando los pisos de la casa del vecino.
Le pregunté la razón de ejercer tan pesada labor, imaginé que los problemas económicos han provocado un hueco al bolsillo de su familia, y que podría ser su historia muy igual a la de muchas chicas de escasos recursos. Quizá a la mía, a la de otras.
Ella me habló de sus aburridos días. Me contó que no está estudiando. Que le es difícil cumplir con ambos deberes, el hogareño y el escolar. Que su madre dice lo primero es la casa, pues sin arroz no se vive y que sus hijos tienen la obligación de mantenerla.
Confieso que la historia no me sorprendió. Este es el dilema de muchas familias en República Dominicana. Usualmente, las personas de escasos recursos desean tener muchos hijos bajo la esperanza de que los mismos, en el futuro, les mantengan.
Esta idea surge de la creencia absurda de que los hijos les pertenecen o de que la pobreza acabará con que los mismos se maten trabajando desde muy pequeños para hacerse cargo de los gastos económicos de sus padres. Típico, alguien cría a otra persona como si fuese una «cosa» o un negocio lucrativo del cual beneficiarse.
Lo triste es que hoy día, con tanto acceso a la información y mejoras en otros servicios, muchos ven este círculo como normal y correcto. Muchas personas o familias ignoran el mal que tales costumbres podrían causar, en sus hijos y familias.
Yo pienso que si hay algo que los padres y las familias necesitan enseñar o poner en práctica, es la libertad y el compromiso. Y es que madres y padres necesitan hacer empatía con los sueños de sus hijos e invitarles a volar, a crear por ellos mismos, a ser honestos, firmes, decididos, constantes, apasionados, comprometidos.
Los padres nunca deben aprisionar a sus hijos, ni hacerles parte del sistema, ni sumarles responsabilidades que no son suyas, ni decirles que no pueden, ni exigirles manutención económica o cuidados.
Con esto no digo que un hijo no tenga compromisos hacia con sus familiares. Sólo expreso la realidad vivida y la huella, que pienso, puede dejar en el alma de hijos cuyos padres muestran tal comportamiento. Y es que este círculo económico genera que padres e hijos continúen envueltos en la pobreza mental y económica, ya que los padres no lograron sus sueños ni tampoco dejaron que los hijos concreticen los suyos. Esto genera pobreza sobre pobreza.
Si padres promedio de República Dominicana entendieran la necesidad de invitar a sus hijos a emprender, soñar y hacer suceder sus metas; si comprendieran la importancia de pensar con visión y de no ver en sus hijos una forma de beneficio económico para si mismos, sino un ente capaz de transformar y crear grandes tesoros, el mundo sería mejor.
Oh amor,
la historia toma otro giro,
siempre será así,
el mundo dará vueltas,
contigo y conmigo,
sin mi o sin ti.
Las estrellas seguirán alumbrando,
aunque no estemos nosotros para presenciarlo;
los cometas continuarán su giro,
pese a que tu y yo,
estemos o no unidos.
El mundo seguirá sintiendo,
aunque pasen miles de años,
o quizá menos.
Pero lo que quiero que sepas,
es que sólo sabemos de nosotros,
no de las otras historias;
lo demás es humo,
polvo cósmico,
tierra ardiente,
orgasmos que se sienten,
corrupción desmedida,
pena suicida,
ron cargado,
razón sin consciencia,
pedazo de pasado.
Quiero desconocerte,
no quiero mirarte
como lo hace normalmente la gente;
quiero ver tu alma,
quiero probar tu sabor,
verte sonreír detrás de la alborada,
percibir las penas, alegrías y condenas,
descubrir en tus poros
agua de sal y arena.
Ven, acércate
e invitame a la cama,
pa’ quedarme a vivir en ti,
pa’ regalarte los abrazos más cálidos,
que en tu vida podrías sentir,
para ser verdad, palabra,
imaginación, primavera,
verano y todo lo que tú quieras,
junto a la viva emoción
no igual a guerra.
Sí,
muéstrame tu cicatriz,
el sexo que se que fue,
tus maneras de anochecer y amanecer.
Y bailame,
bailame lentamente,
haciéndome volar y dejándome morir,
a un mismo tiempo,
para cuando volvamos a la vida,
pueda repetir y decirte,
sin importar el rostro
o el cuerpo que te cobija,
que igualmente te amo
y que estaré contigo,
en ti estacionada.
Y es que pasará un escenario,
tendrás otro nombre,
otro acento,
otra vestimenta,
otra nacionalidad;
no harás poesía,
no serás escritor,
ni director de cine,
ni el conocido que todos quieren ver;
no serás blanco o negro,
no respiraras manzana, cacao o café,
no tendrás la misma edad,
no tendrás el mismo nombre,
no serás tan calculador,
ni tan perfecto para la imperfección;
tu pelo no será lacio,
ni tendrás marcas que hacen cicatriz,
ni te gustará tanto jugar y hacer té de anís,
ni despertarás tan temprano,
ni tardarás en amanecer,
ni serás alérgico a los gatos,
ni te dormirás en plena tarde después de comer.
Sin embargo,
yo despertaré siendo otra también,
viendo bajar la marea,
apretando el corazón,
escuchando la razón,
mirándote y desconociéndote,
pero sabiendote mío,
contigo dentro,
con sabor y sazón a libertad,
a un amor sin condena.
A veces quisiera tener más tiempo para escribir,
y no estos días cargados de otros quehaceres,
aunque de todos modos me la paso escribiendo,
aunque no sea para este blog.
Pero bueno,
quisiera tener más instantes para decir que la luna es de miel,
las estrellas son de porcelana,
y que mis verdades son relativas,
que lo que no quiero es mentirme a mi misma.
Ojalá,
poder hablar más del amor,
de los colores de la primavera
o de la llegada de la navidad;
de la espera de un nuevo hermano que llega a mi vida,
o de las cosas que a veces quisiera que no fueran,
pero son.
De hablar,
les hablaría de tantos cambios.
Tiempos de adaptación y aceptación,
aunque confieso que no me cuesta,
siempre he tenido la virtud de estar aquí y allá,
y no secarme entre las cenizas en aumento.
Y es que uno entiende que todo es eso,
que crecer es duro,
que cambiar es parte del ciclo,
que para recibir es necesario dejar ir,
que para amar es necesario olvidar,
que para sentir es necesario pensar,
que para pensar hace falta intuir,
que para intuir hace falta un buen corazón,
que para tener un buen corazón hay que ser puro,
que para ser puro hay que decir verdades,
que para decir verdades hay que ser valiente,
que para ser valiente hay que ser tenaz,
que para ser tenaz hay que aguardar esperanza,
que para guardar esperanzas hace falta confiar,
que para confiar hace falta entregar el alma,
que para entregar el alma hay que abrirse,
que para abrirse hay que ser uno mismo,
que para ser uno mismo hay que ser libre,
que para ser libre sólo hace falta estar vivo.
Estos últimos días han sido intensos. Bueno, como todos los que cubren mis horas y mis experiencias. Con decirles que no he tenido tiempo para escribir tanto como quisiera.
Mientras el sol y la lluvia dan vida a las paredes de mi casa, Anita me ayuda a organizar, todo esto para ver si así rendimos el tiempo. Y es que cuando una vive prácticamente sola, con tantos pendientes por resolver junto al devenir de la vida, es difícil hacerse cargo de todo.
En fin, Anita es una súper mujer y siempre esta sonriente. Ayer tuve la oportunidad de sentarme con ella y dialogar sobre temas que en estos cortos días de conocernos no habíamos hablado.
Supe que su familia está en Neiba, por la Sierra de Bahoruco, de donde nacen las uvas y las tierras envueltas en agua dulce y salada. Eso ya lo sabía, pero no conocía su historia a fondo.
Logo: Neiba noticias
Me dijo que tuvo que venir acá para así poder enviar dinero a su hija de 11 años de edad, quien hace poco fue violada y está viviendo con la abuela. Además, me comentó que tiene otra criatura de 2 años. Solo que esta vive con su padre, quien la pidió, ya que Anita no podría hacerse cargo de la bebe.
Ambas niñas son hijas de diferentes padres. El de la mayor, la embarazó y se fue; ella tenía unos 16 años. Y el de la menor, es económicamente y socialmente diferente a Ana, la ha subestimado y no la ha querido como esposa. Me dijo.
Pero dentro de toda esta historia, algo que ha llamado mi atención, ha sido la tristeza que toda su vida ha embargado el corazón de esta mujer. Desde el haber nacido con menores oportunidades hasta el haberse enamorado y ser subestimada por el simple hecho de no tener la exigida condición social o económica.
Me contó que la familia, del hombre del cual se enamoró, le hizo la vida imposible. A tal nivel de intentar matarla, de quemar su casa, y de al final, cuando no pudieron eliminarla con tales tácticas, practicarle brujería. Eso me dejó fría. Confieso que me pareció una novela o película.
Nuestra conversación prosiguió, con ella contándome acerca de las creencias de su pueblo. De los rituales, del vudú y sus practicantes, de la gente que creía en poderes misteriosos, de la influencia africana, y de cuán dañino podría ser esto sobre quien era lanzado.
Añadió, además, que desde aquel entonces asiste a una iglesia y que durante largos meses fue obligatorio visitar al psicólogo, producto del daño emocional que tales experiencias habían traído a su existencia. Adicional a esto, expresó no sentir vergüenza de aceptar que estuvo en comunicación con un terapeuta, pues entendió que dado el caso, fue saludable.
Las historias me dejaron perpleja. Es increíble cómo los pueblos crean sus mitos, y cómo las creencias hacen efecto a través del eco que produce practicarlas. A la vez, sentí miedo, o grima como dicen en el campo. Eso no lo niego.
En otro orden, confieso, que dado mi espíritu de periodista, sentí deseos de investigar más y buscar respuestas de porqué suceden o se dan estos acontecimientos. Así que continué leyendo en internet lo que antes había leído. Pienso que buscar información nunca está mal. Luego pude percibir cierta sensación en mí, luego me calme y no supe más.
Yo creo que esos asuntos de hechicería, de maldad y de disturbios, no son más que el producto de la imaginación del cerebro humano en medio de las cosas que uno mismo se repite o se dice. El poder de las palabras en repetición, crean una fuerte emoción en nosotros, haciendo que las hormonas excitación se eleven y den vida a un estado de delirio mental. Mejor que sea eso.
Ahora, paso cerca de casa y a veces veo a Anita en otro hogar, practicando el aseo. La miro y la saludo. Agradezco que me haya confiado tanto. Sin embargo, tengo días que no le veo en casa. Ella solo va cuando la llamo, para ayudarme. Imagino que en estos días todo está limpio, he podido sola. Por otro lado, es posible que en estos momentos conserve un sabor entre dulce-amargo de las culturas y creencias de pueblos ubicados en la frontera de mi país con Haití.
Pero de todas formas, siempre es bueno conocer. Y yo feliz e interesada en hacerlo, aunque con cierta grima.
A veces quisiera coger la luna,
y dispararla a ti como un misil,
que prendido y avispado,
te dibuja
y hace una sonrisa de marfil.
De vez en cuando,
me gustaría,
hacer de ti poesía,
emprendimiento, paz y sol,
porque tu naciste para dar vida sobre la vida,
para destruir guerras,
para acabar con las injusticias,
para decir NO a tantas peleas
e inventar sueños y alegrías.
De vez en mes,
quisiera,
entregarte todas las flores
existentes en el jardín de la tía Mercedita,
y activar una pasarela
para que pases cuando sientas
que te falta el hambre o que vacilas.
Otro día,
desearía,
poder hablarte con mis ojos,
que envueltos en suspiros y risitas,
bien podrían vestirte de ganas y arrojo,
y enseñarte un poco el arte de la fibra y la ilusión,
que ardida se equipa
de optimismo y confianza,
desbordando fuerza y emoción .
Y es que tú,
eres más que bonita!
y por ti miles se permitirían
restructurar sus misterios y sus ruinas,
engendrando de ellos vigor en el paladar
y eternas existencias hechas margarita.
Y tú tienes todo!
Desde la resurrección hasta la humilde satisfacción,
que se tatúa justo debajo de tu cintura,
tu escote,
y tu cordillera hecha curvatura,
que te dibuja en tu enigma y arcano esplendor,
que te desnuda y advierte que día a día puedes ser mejor,
que te acaricia a fuerza de timón,
que vuela contigo y te dice
“Sólo falta que te lo creas, un poco más que yo;
sólo falta que seas quieras ser”.
Que no tengo puntos medios,
que mi vida es muy baja
o altamente intensa,
que vivo el hoy y cada vez con menos miedo.
Que grito fuerte si me toca,
que guardo más silencio si me hiero,
que amo la poesía como odio la injusticia,
que me gusta pretender que vuelo,
y que caigo en seguidilla,
así como la lluvia,
como el viento sobre las hojas,
como mi pelo sobre su espalda
o como una mirada enamorada.
Sí,
que quiero tanto
que con mi cariño podría bañar
a todos los árboles de un bosque imaginario
y cubrir la frontera que divide sus labios,
para rozarle fuerte y lentamente,
como un asurero voraz,
hasta que su azúcar descienda locamente,
y quede sólo su estrella y su mar,
dibujandome un arcoiris en la cara,
invitándome a despertar.
Que me encantan los animales,
que detesto sudar,
que no sé si podría emplearme,
que no me gustan los horarios
ni mucho menos
los estereotipos sociales;
pero que trabajo más que una mula,
y que en vuelo libre puedo resolver.
Que ardo por dentro,
sin temor y sin prisa,
que me gustan algunas viejas de Arjona,
la altivez de Twenty One Pilots,
Sabina y Shakira,
Florence and maquine junto a su mitología.
Que disfruto de leer, caminar y comer pizza,
y que en veces,
mentalmente,
podría ser confundida con una viejita.
Sí,
que de vez en mes desnudo mi alma,
y que sin prejuicios amo tender la cama,
que mis ojos se abren como ventanas en el cielo,
que puedo llorar de alegría o de silencio,
que en mis pupilas tengo fuego,
que amo bailar desnuda frente al espejo,
que más que cuerpo soy espíritu,
y que cada día para mi es un misterio,
un acertijo y un buen desafío
que siempre siento.
Que puedo ser inmensamente feliz
en la agonía del placer,
que me gusta que llegue a casa sin avisar,
y que entre libremente,
abrazándome las ganas y el corazón,
besando con amor del bueno,
en sincera y elocuente desnudez.
Que de amores se llena el baúl de las heridas,
que pelear no es mi mejor arte,
que no me costaría dejar de verle,
que podría amarle sin estar cerca,
y que para mirar podría obviar los ojos
y echar mi corazón en la maleta,
que no importa si somos cama o calle,
mientras amemos juntos los lugares no existen,
pues sólo reinan las libertades.
Que vuelo y aterrizo en constante,
que tengo muchos sueños y realidades,
que trabajo siempre
y que puedo ser la sombra del otro,
la voz de un sordo,
el murmullo de un quejido,
el paso lento de un ciego,
la voz de un sueño en el vacío,
el sol y la candela,
la mujer que pasa,
la nube y el cielo,
la casa y la terraza,
el arte en medio de la caricia,
la tierra, la muchedumbre,
el todo y el nada,
el siempre jamás.